“Las cosas suelen empeorar antes de mejorar”
por Frank Schaefer
Al entrar en la Semana Santa, recordamos el gran sacrificio que Jesús hizo por nosotros. Recordamos su traición, su sufrimiento y su muerte en la cruz.
La traición de Jesús por Judas Iscariote es uno de los momentos más dramáticos de los Evangelios. Judas era uno de los discípulos más cercanos a Jesús y, sin embargo, fue él quien le traicionó. Sólo podemos imaginar el dolor y la angustia que debió sentir Jesús al darse cuenta de que uno de los suyos se había vuelto contra él.
Juan 13:21-30 describe el momento de la traición de Judas. En este pasaje, Jesús dice a sus discípulos que uno de ellos le traicionará. Cuando Judas pregunta: “Señor, ¿soy yo?”, Jesús responde: “Tú lo has dicho”. A pesar de saber lo que Judas está a punto de hacer, Jesús no le condena ni le aparta. Al contrario, continúa amándole y sirviéndole, incluso lavándole los pies.
El sufrimiento final de Jesús en la cruz es otro poderoso recordatorio del sacrificio que hizo por nosotros. Con su muerte, recibimos el don de la vida eterna. Jesús soportó un dolor físico y emocional inimaginable, pero nunca vaciló en su amor por nosotros. Su muerte no fue el final, sino el comienzo de una nueva vida para todos nosotros.
Para mí, uno de los pasajes más poderosos de las Escrituras para la Semana Santa es Isaías 53:3-6, que describe al siervo sufriente que fue “herido por nuestras rebeliones” y “molido por nuestros pecados… y por su llaga fuimos nosotros curados”. A través del sacrificio de Jesús, Dios nos ofrece el perdón y ….healing.
Al reflexionar sobre los acontecimientos de la Semana Santa, también podemos mirar a los mártires de hoy en día, como César Chávez, como ejemplo de amor sacrificado. De hecho, acabamos de celebrar oficialmente su vida y obra el pasado viernes. Como recordarán, Chávez fue un líder sindical que luchó por los derechos de los trabajadores inmigrantes en Estados Unidos. Soportó penurias físicas y emocionales, incluyendo huelgas de hambre y persecución, todo en nombre de la justicia para sus semejantes. Como Jesús, Chávez no se apartó de su misión ni siquiera ante el sufrimiento y la oposición.
Que nunca olvidemos que a través de nuestro propio dolor y sacrificio, podemos encontrar una resurrección. A menudo las cosas empeoran antes de mejorar. No podría haber habido resurrección si Jesús no hubiera sufrido la muerte. Y lo mismo ocurre a menudo en nuestras propias vidas. En esta vida tenemos que soportar dificultades, e incluso pueden empeorar, pero al final, Dios promete una resurrección y un final feliz. Así que sigamos los pasos de Cristo y soportemos pacientemente cualquier fuego que tengamos que atravesar, con la firme esperanza de que todo irá bien, como Dios ha prometido.
Traducción realizada con la versión gratuita del traductor www.DeepL.com/Translator